4.3.04

Los Traspiés de un ciempies

Había una vez un ciempiés que se llamaba Andrés, que el problema que tenía era que se caía cada dos por tres. Iba caminando Andrés y se enredaba en sus propios pies. Tantos moretones tenía que su cuerpo parecía una nuez y el lloraba y lloraba porque le dolían los pies. Un día, Andrés, cansado ya de los traspiés decidió no volver a caminar otra vez.
Cuando sus amigos se enteraron lo quisieron convencer que camine de una buena vez; pero ni Rómulo el tortugo, ni Margarita la perrita, ni siquiera el cascarudo Hugo lograron sacarlo a Andrés de su tozudez.
Hasta que un día llegó a la aldea el zapatero Leo que era un chico muy bueno y al enterarse del problema de Andrés, decidió arrojarse a sus pies y sin más ni más puso manos a la obra diciendo que había encontrado la solución al problema del ciempiés. Todos se pusieron muy contentos pero Leo les dijo que debían tener paciencia, porque le iba a llevar un mes.
Todos los días iba algún amigo de Andrés a ver las novedades para decírselas al ciempiés. Pero Leo los atajaba diciendo que aún no estaba listo, faltaba un mes. Cuando el mes se cumplió Leo llego con una bolsa muy grande, y ayudado por Dante su ayudante, a la casa del ciempiés y ante el asombro de Andrés empezó a sacar zapatitos atados con hilitos y a ponérselos en sus piecitos, resultó ser que Leo había hecho cincuenta zapatitos para cada lado ataditos con piolincitos entre sí y dos piolines más gruesos para los dos pies de adelante. De esta forma cuando Andrés se paró se ató cada hilo en la mano correspondiente al pie y cada vez que movía la mano derecha los cincuenta pies derechos caminaban y cada vez que movía la mano izquierda los cincuenta pies izquierdos avanzaban y así moviendo una y otra mano logró volver a caminar, solo quedaba saber como iba a lograr revolver o coser... pero ese es otro cuento y merece ser contado otra vez.

No hay comentarios:

Publicar un comentario