Muchas veces quiero irme muy lejos,
entonces recuerdo que ya estoy lejos
y que el problema nunca suele ser geográfico…
Otras, desapego
y entonces veo:
(aún engañada)
que Suelta es mi nombre.
Voy a dar unos rodeos.
Me voy a Japón,
o a Bilbao,
o algún sitio
donde mi azul
siga dando cabriolas.
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