29.4.05

Si él viniera hoy a decirme que finalmente ha decidido que me ama, es muy probable que huya despavorida por miedo a semejante atracón de felicidad.
Lo malo de la edad es que si bien añoras el abrazo amigo, has llegado a estimar de tal manera esta extraña mezcla de libertad encarcelada de soledad que te transformas en alguien incapaz de ver a los ojos al mismo tiempo que te ven. Es curioso, solo puedes mirar en el reaseguro de la indiferencia, todo lo que resulte posible se llena de defectos estúpidos que impiden el desarrollo. Porque cómo voy yo a querer a un hombre si usa zapatos blancos, o si tiene 3 cm menos, y el sumun...si además escucha música hortera (es con h o sin ella). En definitiva, creo que la soltería se transforma en un análisis de orina impuesto por la salud. Mi salud flaquea, como os he comentado, fumo, pero fumo, fumo, fumo, del verbo fumar. Claro que este vicio (sumado a otros no pocos) me limitan. También me limita mi curiosidad, aunque suene absurdo, yo de tan curiosa un día me morí y de tan morir me he vuelto así, como lo que veis, una tontería sin remedio.
Quiero surcar el cielo en monopatín.
Quiero sentirme llena un día de ocio.
Quiero abrazar mi almohada sin pena y sin pera, que parece similar pero no es lo mismo.
Y si en un requiebro de tu mente quieres acompañar mis desvaríos me sumo encantada a tus delirios y voto firmemente por locura.
Puedes quererme, me dejo.
Puedes quererme, te dejo.
Puedes quererme, me cejo.
Pero no te permito, condescendientemente, que me mires de costado y no te atrevas a tocarme, que soy solo carne, joder, y duele.

(pido perdón por no poder estar tan presente como quisiera...pero estoy...estoy, estoy, del verbo estar)

No hay comentarios:

Publicar un comentario